jueves, 16 de abril de 2009

Nadie preguntó


Se miró al espejo mientras terminaba de cepillar se los dientes, observando el cabello enredado que todavía no había peinado. Lo dejaba para el final porque le costaba mucho desenredarlo, pero hoy no se quedaría a medias. Deseaba que brillase y que bailase suavemente con el aire. Consciente de que era imposible, pasó el cepillo repetidas veces hasta que al menos, no quedó ningún nudo.
Sabía bien lo que ocurriría al salir a la calle, apesar de todo se vistió con lo mejor que tenía y tras respirar profundamente abrió la puerta de casa y bajó las escaleras.
-Ojala no me cruce con nadie hasta salir, así, no tendré que dar explicaciones - pensó.
La luz del sol no le molestó, ya tenía puestas las gafas, había pensado en todos los detalles. Tiró a andar hacia la izquierda y las reacciones no se hicieron esperar, un chiquillo de pelo revuelto y engominado le dio un golpe con su mochila en la espalda y seguidamente le escupió haciendo resonar las risas de sus compañeros. Se oyó una voz de mujer que decía- sólo a él se le ocurre salir a la calle de día, cuando todo el mundo le ve- mientras otra asentía - es cierto, que se vaya a su casa, esta imagen es patética ¿es qué no se le puede encerrar?
No escuchó ninguna de las voces, no se agachó con el golpe, ni siquiera se inmutó cuando le escupieron. Siguió andando directo a su destino y al llegar sacó el móvil del bolsillo, marcando un nº de teléfono, enseguida le contestaron.
-Estoy en tu portal- dijo, -espero impaciente-.
A ella no le importaba su aspecto, porque a pesar de la rugosidad de las manos, su piel era de una suavidad extrema, no comprendía como, pero así era.
Comenzaron el paseo, esta vez no leería la historia, se la contaría él con su propia voz, profunda, rica en tonalidades y sentimientos, agradable, deseable... Sabía contar historias mejor que nadie y a ella le encantaban; además había descubierto en el fondo de sus ojos algo que no sabía como describir, era como una de sus historias, de una belleza difícil de igualar. Pero que tonta era la gente que no sabía apreciarlo.
En mitad de la historia cruzaban una carretera, en el mismo momento que un camión frenaba en seco.
-Pero es que no miras por dónde pasas, imbécil - un hombre de complexión fuerte, se bajó del camión.
-Perdone, no le había visto, yo.... lo siento.
-¿Lo siento? ¿Y tú de dónde has salido?¿No sabes qué gente así no tiene derecho a.....?
Antes de terminar la frase, ella se interponía entre los dos, porque el camionero ya le tenía agarrado fuertemente de la camisa y estaba segura que aunque su acompañante tuviese muchísima más fuerza no pelearía, ni si quiera se defendería. No le dio tiempo a más, notó el filo helado de una navaja en su vientre y mientras se miraban a los ojos él caía a la vez que ella.
-Es un monstruo, me atacó y no tuve más remedio que defenderme, pero con tan mala suerte que le tenia a ella sujeta por el brazo y la interpuso para cubrirse, yo no pude hacer nada.....
Nadie preguntó, nadie dijo palabra, se limitaron a dar la espalda y alejarse del lugar.

6 comentarios:

  1. hola te he descubierto en el blog de nunca dejes de sonreir...

    triste historias nos explicas aunque por desgracia es bastante real,el tipo de persona que describes con el pelo largo y enmarañado, son los que viven y dejan vivir y los que dan sin pedir nada a cambio lastima que la gente aun se deje llevar por las apariencias..
    Me ha encatado tu post...Un saludo!!

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  2. Yo también salgo sin peinar a la calle, pero como lo llevo corto... jajajaajajaj.
    Con estos posts me haces pensar... FUERA DE MI CUERPO, FUERA DE MI CUERPO jajajajajaja

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  3. Vaya paja mental me has creado con la historia!!!

    Muy bonita, pero muy triste.....jum...

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  4. Tan real que hasta puedo reconocer ese tacto rugoso de la piel......... hay gente que va por ahí con actitud perdonavidas, sin saber que tod@s somos iguales, mal que les pese.

    Besos

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  5. Opino como Calpurnia....me gusta la descripción de lo del pelo....

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