Un helado y sin neopreno

La caravana está colocada en un camping entre montañas. El río pasa justo al lado, es como salir del portal y llegar hasta la primera esquina. El agua está helada, tanto como para dejarte los pies doloridos y quedarte casi sin respiración al entrar, por eso, hay veces que suelo usar el neopreno. Como el camping es pequeño, muy pequeño, no hay apenas gente y lo único que se oye además de la naturaleza es algún chiquillo jugando. Es un lugar idóneo para relajarte y descansar.
Hoy, no ha hecho tanto calor como ayer, que estábamos a 42 grados y el cielo estaba cubierto de nubes. Me ha parecido que era un buen día para pasarlo en la caravana así que me he cogido los bártulos y aquí me he venido. He paseado suavecito, en plan dominguero por el monte, me he sentado con un libro, me he tomado un helado y me ha apetecido darme un baño aunque caía alguna gota. Con el bikini puesto, los escarpines y el neopreno en la mano por si estaba demasiado fría el agua, he bajado hasta el río. Primero meto los pies y después decido si ponerme el traje o no. Pero esta vez me he llevado una sorpresa cuando he entrado en el agua, estaba caliente. Yo que esperaba encontrarme por lo menos aquí, el agua fresquita, porque la de la playa como he dicho alguna vez parece sopa, pues no, aquí tampoco, que desilusión. Así que el neopreno en la orilla y yo a disfrutar de un buen baño en el río entre zapaburus (renacuajos) y pececillos txikis, ah! y en compañía de algún que otro sms de buceo jeje, parece ser que alguien ha detectado que mi cabeza anda debajo del agua y….
Y como me he traído el ordenador, pues aquí estoy súper tranquila escribiendo el próximo post, que no iba a ser este pero bueno es lo que ha surgido.
PD.: y he comido maíces, hacía tanto que no los comía.