Parece ser que alguien las ve así.

En una ocasión escribí como sentía mis manos, como dejaron de gustarme y las odié y como finalmente me di cuenta que a pesar de todo, mis manos no me habían abandonado un sólo minuto; siempre habían estado conmigo.

Después de un tiempo, he vuelto a fijarme en ellas "han perdido su fuerza, están cansadas" pienso.

Parece ser que eso es sólo lo que pienso yo. Parece ser que que no sólo yo las miro. Creía que pasaban indiferentes entre el gentío. Parece ser que alguien más se fija en ellas. Y esto es lo que ve.

Una manos blancas, inocentes, para nada ingenuas y sí duras. Dureza de fuerza, de la fuerza que surge de tantas y tantas cosas que han tenido que sobrellevar y que le han enseñado a acariciar delicadamente y con suavidad. Conocedoras de los dos lados de la moneda, del dolor y la felicidad.

Triste su historia, la guardan en secreto y lo único que muestran es un cariño capaz de amasar lo peor como si de barro se tratase convirtiéndolo en lo mejor.

Parece ser que alguien, las quiere sentir y no sólo leer en ellas las mil sensaciones que son capaces de crear cuando se dedican a escribir. Y dice, les gusta desnudar el alma de todo lo que ven.

Parece ser que son firmes como un muro de contención y sin embargo necesitan que las miren, las quieran, las amen.

Pretencioso por mi parte sería verlas así, yo sigo mirando y sólo veo unas manos cansadas que se dedican a seguir.