A un ritmo lento

Cuatro mesas Verdes, alargadas, dispuestas de a dos y separadas por un Ficus enorme. Seis sillas para cada mesa y sólo tres personas; una en cada una. De vez en cuando pasa un profesor que se dirige a la máquina de café, pero no se queda mucho tiempo, en cuanto lo coge se vuelve a su despacho con el vasito en la mano.

Las clases han comenzado sin embargo, la facultad no ha adquirido ritmo todavía, se observa lentitud en sus movimientos. Necesita su tiempo para ponerse al día y se vuelvan a oír los sonidos habituales. No andan demasiados estudiantes , se nota que es primer día, están bien formales cada uno en su clase.

El ritmo lento se contagia y yo también voy despacio. Pienso en calma, al contrario de lo que normalmente sucede en mi cabeza que montones de cosas van y vienen chocando entre ellas, peleándose por salir a una velocidad vertiginosa. Ahora son pocas las ideas que recorren mi mente. dejaré que descanse diez minutos más, el tiempo en que la clase dará comienzo y todo volverá a la normalidad.

Este curso estoy dispuesta a no dormirme ni una sola vez en clase. En cuanto a comer caramelos, ya no prometo nada y mucho menos, ni que decir tiene, el no escribir entradas para poneros aquí. la clase es un buen sitio de inspiración para mí. Así ha sido hasta ahora , veremos que ocurre esta vez.